Cuando realmente se ama se va mucho más allá de las cuatro letras que conforman la palabra, que digo mucho más allá, imperfecta como todo símbolo, pues es solo un reflejo, representación borrosa de lo que realmente es, como aquella imagen que nos atrapa cuando vemos en un espejo y decimos "ese soy yo".
Amamos no cuando decimos es la mejor, si no cuando las demás dejan de existir.
Amamos no cuando decimos es mi vida, sino cuando sentimos que vivimos y morimos a la vez. Amamos no cuando decimos es lo que siempre he deseado, sino cuando nos sorprendemos por sentir algo que nunca nos imaginábamos que existiera.
Amamos no cuando decimos le voy a dar todo lo que quiera, sino cuando nos sentimos mal por saber que nunca le podremos bajar la luna y las estrellas, pero creemos que así como ella nos hace sentir, la podemos hacer que sienta que las toque.
Amamos no cuando decimos me siento el mejor cuando estoy con ella, sino cuando irremediablemente te pierdes en su mirada y te sientes despojado de ti mismo.
Amamos no solo cuando decimos, o escribimos, o incluso pensamos, porque así como estas líneas nada podrá reflejar, realmente lo que siento por ti
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